Equilibrio” trabajo/vida/escuela: Un malabarismo imperfecto
Este mes, el tema que me han asignado en el blog es “el equilibrio entre la vida laboral y personal”. Confieso de entrada que me acobardo cada vez que oigo ese término. El equilibrio es un concepto escurridizo, indefinido y, por tanto, imposible de alcanzar. El equilibrio es completamente diferente según la personalidad, la etapa de la vida y las ambiciones profesionales de cada individuo. Algunas personas trabajan de nueve a cinco y luego pasan el resto del tiempo como quieren. Otras personas trabajan 12 horas al día y viajan a las instalaciones del cliente el 80% de cada semana. No hay nada correcto o incorrecto y no existe una receta perfecta para conciliar la vida laboral y familiar. Cada individuo tiene que encontrar el ritmo que le funcione.
Soy el tipo de persona a la que le encanta estar ocupada. Me siento con más energía cuando tengo la agenda llena y una larga lista de tareas pendientes. Al mismo tiempo, busco constantemente la perfección, así que cuando no tengo éxito en un proyecto, tiendo a estresarme y a sufrir agotamiento. Al reconocer estos atributos en mí misma, intento no agobiarme. Aunque quiero tener éxito, también quiero estar sana y alegre y ser una persona cariñosa y compasiva. A continuación se exponen algunas de las prácticas que me ayudan a recuperar cierto grado de estabilidad en estos esfuerzos (aún no puedo afirmar que haya encontrado el equilibrio).
Dar prioridad a la salud mental, física y emocional
Cuando mi vida está fuera de control, mi cuerpo siempre lo sabe antes que mi mente. Si estoy sobrecargada de trabajo y no duermo lo suficiente, empiezo a tener dolores de cabeza locos y me siento fatigada (a pesar de intentar automedicarme con cantidades copiosas de cafeína). Si estoy estresada, siento que la sangre se me acelera por las venas o, en el peor de los casos, empiezo a desarrollar úlceras de estómago. En estas situaciones, intento detenerme y escuchar estas respuestas corporales como una llamada de atención de que es hora de centrarme en mi salud.
Si te encuentras con manifestaciones físicas de desequilibrio entre trabajo y vida privada, te insto a que te detengas y le prestes atención. Recuperar hábitos de sueño y alimentación saludables. Cuando sientas que surgen situaciones estresantes en el trabajo o en la escuela, intenta calmarte dando un paseo o respirando hondo. Si te das cuenta de que el estrés es continuo, intenta programar un tiempo de inactividad como recordatorio para tomarte un descanso. O mejor aún: tómate unas vacaciones o un día libre. En algunos casos, ninguno de estos enfoques es suficiente y es hora de buscar intervención profesional en forma de visita al médico o a un consejero.
Encuentre una afición no competitiva
Cuando ya estás luchando por compaginar los estudios, el trabajo y la vida, puede parecer contradictorio añadir otra actividad a tu calendario. Sin embargo, he descubierto que una de las formas más eficaces de mantenerme “en equilibrio” es mantener una afición no competitiva. Para mí, esa afición es hacer ejercicio. Corro, practico yoga y voy a clases colectivas de fitness para liberarme del estrés. Algunos de mis compañeros son miembros de juntas directivas de organizaciones sin ánimo de lucro, abonados del Atlanta United o ávidos asistentes a conciertos. Sea cual sea el pasatiempo que elijas, intenta encontrar algo en lo que estés tan inmerso que ni siquiera pienses en el trabajo o los estudios, algo en lo que no tengas la tentación de consultar el correo electrónico o preocuparte por las próximas fechas de entrega.
Mantener un sistema de apoyo
Cuando me siento abrumada por el trabajo y los estudios, tiendo a quitar prioridad a las relaciones. Evito las conversaciones en el enfriador de agua o los almuerzos con los compañeros para tener horas de trabajo más productivas. Descuido el tiempo social con los amigos y la familia para tener más horas al día para estudiar. En última instancia, he aprendido que descuidar estas relaciones conduce inevitablemente a un rendimiento inferior tanto en el trabajo como en la escuela. En lugar de descuidar estas relaciones, trato de ser selectivo con los compromisos que adquiero y de no dejar que el trabajo o los estudios los sustituyan. Ya sea dejando en casa el portátil del trabajo durante las vacaciones o renunciando a unas horas de estudio para poder estar presente junto a una amiga que pasa por un mal momento, intento asegurarme de que mis ambiciones profesionales no se interpongan en mi ambición de ser una amiga, hija y hermana solidaria.
En resumen, te animo a que renuncies a la tarea imposible de lograr el equilibrio entre la vida laboral y personal. En lugar de eso, decide algunas cualidades que quieras encarnar (¿saludable? ¿atención? ¿”éxito”?) y diseña un plan para alinear tu horario laboral, escolar y personal de modo que puedas encarnar esas características en todos los ámbitos de la vida.