Hacer perfecto lo imperfecto
¿Cuándo es el momento perfecto para ir a por todas y obtener un MBA? Esta es la pregunta definitiva. Bueno, después de haberme lanzado hace un par de años y de estar ahora en un lugar donde puedo ver la línea de meta, puedo decir con confianza que tengo LA respuesta para ti. ¿Preparado? El momento perfecto es (redoble de tambores, por favor)… nunca. Sí, ha leído bien. Nunca es el momento perfecto para hacer un MBA. Son muchas las experiencias gratificantes que nos regala la vida y las más gratificantes nunca parecen llegar en el momento perfecto. Sin embargo, son de hecho las experiencias que tienen un impacto positivo duradero y nos cambian de maneras que nunca imaginamos. Cursar un MBA es una de esas experiencias.
Hace unos años me aceptaron en un importante programa local de MBA para ejecutivos. Durante ese tiempo, estaba trabajando, tenía hijos pequeños, compromisos familiares, compromisos con la iglesia y simplemente no parecía ser el “momento adecuado”. Pedí a la universidad que trasladaran mi aceptación al año siguiente, lo que hicieron muy amablemente. Sin embargo, cuando llegó el año siguiente, había más trabajo y responsabilidades familiares, los niños estaban más involucrados en actividades, y el trabajo en la iglesia y la comunidad seguían a toda marcha. Nada había cambiado. El momento perfecto nunca iba a llegar, así que decidí hacer perfecto el momento imperfecto, ¡que era el momento de hacerlo!
De acuerdo. Decisión tomada. Ahora bien, ¿cómo se consigue que lo imperfecto sea perfecto? Cada uno de nosotros tiene su propio camino y cosas que tener en cuenta, pero he aquí 5 pasos que me ayudaron a recorrer el camino para hacer perfecto el momento imperfecto:
Apoyo a la familia/pareja
En primer lugar, era muy importante saber qué pensaba la familia de mi vuelta a los estudios. Yo no estoy casada, por lo que el aspecto del “apoyo a la pareja” no era de mi incumbencia, pero para quienes sí lo estén, éste es un primer punto de partida fundamental. ¿Apoya tu pareja los cambios que tendrás que hacer al centrar tus energías en la escuela? ¿Está dispuesta su pareja a participar en las distintas actividades? El programa Emory Goizueta es fantástico, ya que implica al máximo a los socios. En mi caso, pedí a mis padres que me dijeran lo que pensaban y cómo se sentían si me ayudaban a cuidar de los niños mientras yo estaba en clase durante los fines de semana, y su apoyo fue fundamental.
Implicar a los niños
Soy madre soltera de cuatro hijos cuyas edades en el momento en que empecé a investigar un MBA oscilaban entre los 7 y los 16 años. La escuela es un tema del que todos hablamos habitualmente durante la cena o cada vez que salimos a comer juntos. Esta vez les pregunté qué pensaban y qué sentían cada uno de ellos sobre mi vuelta al colegio. Mi discurso fue “oye, ¿no sería genial que todos hiciéramos los deberes juntos?”. Los dos niños más pequeños estaban encantados. Los adolescentes, no tanto. Pero lo más importante es que la importancia de la educación pasó de ser algo de lo que yo, como padre, siempre hablaba a algo que mis hijos vieron que yo iba a hacer.
Habla con tu jefe en el trabajo
Sin el apoyo de tu jefe en el trabajo, las cosas pueden complicarse rápidamente. El programa Executive MBA de Emory exigía que cada dos viernes hubiera una clase presencial de un día de duración, por lo que, naturalmente, era importante tener una idea clara de lo que pensaba mi jefe al respecto y encontrar la mejor manera de conseguirlo y seguir cubriendo mis responsabilidades laborales. Hay varias formas de negociar esto y te animo a que pienses en escenarios de trabajo flexibles.
Hable con un mentor
Mi elección de Emory Goizueta se produjo después de ponerme en contacto con un par de mentores profesionales a los que respeto mucho. No me dijeron adónde ir; sin embargo, me plantearon preguntas para que reflexionara. ¿Quiere convertirse en un experto en un campo o ir más allá? ¿Qué programa le llevará más allá de su zona de confort profesional? No me había planteado este tipo de preguntas y, sin embargo, fueron el eje de mi decisión de asistir al programa de Emory Goizueta, ya que ampliaría mi forma de pensar fuera del campo tecnológico en el que había estado durante las dos últimas décadas.
A por ello
Estas cuatro palabras lo dicen todo. Siempre habrá un millón de razones para esperar, o por qué no es el momento adecuado para ello. Llegó un momento en que tuve que dejar de analizar todos los pros y los contras y decidí ir a por todas. Sí, una parte de mí tenía miedo sólo de pensar en todo lo que recaería sobre mis hombros, por no mencionar que hacía más de 20 años que no iba a la escuela. Sin embargo, la vida sigue su curso y hay que aceptar los vientos de cambio, decidirse a ir a por todas y no mirar atrás.
En las próximas entradas del blog, compartiré más sobre cada experiencia que ha hecho que la decisión de “¡Ir a por ello!” sea una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Recuerda que habrá muchos momentos en la vida en los que necesitaremos hacer que los momentos imperfectos sean perfectos para nosotros. Abracemos y esperemos con ilusión estos tiempos y preparémonos para la experiencia. Así que respira hondo, sonríe y ve a por ello.