Inclusión a través de la distribución de fondos: Una mirada al impacto a través de las microempresas de capital riesgo
Como hombre negro de origen multirracial, este último año ha sido tremendamente difícil, pero también extrañamente edificante. A pesar de la agitación y el cúmulo de noticias desafortunadas, me consolaba saber que, al menos en las comunidades en las que operaba, el cambio y el activismo ocupaban un lugar destacado en los debates.
Un área en particular se centró en la absoluta falta y necesidad de disponibilidad de financiación para fundadores negros, indígenas y personas de color (BIPOC), lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, queer, intersexuales, asexuales+ (LGBTQIA+) y no masculinos dentro del ecosistema de las startups. Como nuevo estudiante en el ecosistema de la Goizueta Business School, he estado aprendiendo sobre cómo los fondos universitarios pueden repercutir en los empresarios. Asistí a un seminario de cuatro partes sobre la evolución del panorama de la inversión de impacto, lo que suscitó un debate en mi cabeza sobre dónde nos encontrábamos y cómo los microcapitalistas de riesgo, tanto privados como universitarios, están liderando la creación de un sector más equitativo.
El papel que desempeñan las microempresas de capital riesgo -fondos muy pequeños (<$5M)- en el ecosistema empresarial ha sido la verdadera columna vertebral de este cambio. Aunque tuvieran buenas intenciones, los fondos mucho más grandes normalmente tenían que funcionar con factores más limitados para rentabilizar el enorme tamaño de sus fondos y existían dentro de silos que dejaban de lado a las mujeres y a los fundadores de color. Como suele decirse, el capital riesgo es un juego de números, y tener más fondos conduce naturalmente a más oportunidades de financiación, a más discusiones. y un ecosistema general en expansión.
Parte de donde esto también está ocurriendo hoy es en los campus universitarios de todo el país, y la Goizueta Business School no es una excepción a través de sus Net Impact Investing Clubs, que encabezan diversos instrumentos de financiación. Tradicionalmente, las universidades han formado parte de la industria a través de dotaciones que invertían en fondos más grandes o proporcionando una versión reducida de incubadoras para la innovación que salía de las escuelas. En la actualidad, cada vez son más las universidades que apuestan por programas como las incubadoras y, lo que es más importante, por microfondos más pequeños dirigidos por estudiantes. Estos fondos funcionan de forma muy parecida a los fondos tradicionales, pero pueden utilizarse para apoyar a emprendedores en fase inicial dentro o fuera de la universidad: La Generación Z y los Millennials en transición son conscientes de la necesidad de forjar un mañana mejor.
Los fondos de inversión inteligentes deberían aprovechar esta oportunidad e invertir en un conjunto más diversificado de talentos en regiones que han obtenido mejores resultados que centros como la bahía y Nueva York. Atlanta, ciudad históricamente negra, está recibiendo ingentes cantidades de dinero. Universidades como Emory y Georgia Tech están preparadas para ofrecer la próxima oleada de líderes con conciencia social que aprovechen esta oportunidad, no sólo preparándolos mediante oportunidades de microfinanciación y creando impacto hoy.