El curso de gestión de organizaciones sin ánimo de lucro es “más de lo que parece
Si te dijera que este otoño he estudiado gestión de organizaciones sin ánimo de lucro, podrías pensar: “Qué bien, una clase sobre filantropía. Bien por ti”.
Pero te estarías perdiendo la mayor parte de la cuestión.
En primer lugar, ¿podemos tomarnos un momento para reconocer lo estupendo que es que una escuela de negocios ofrezca una especialización en organizaciones sin ánimo de lucro? Esta es una de las cosas que más me fascinan de la empresa: que los conceptos de este campo de estudio trascienden lo obvio. Claro que aprendemos a hacer regresiones, pero no sólo los empresarios necesitan una buena formación en liderazgo (“por favor, ofrézcale voluntariamente a mi jefe”, ¿alguien?); no sólo los directivos necesitan entender de presupuestos; y no sólo las empresas con ánimo de lucro necesitan buenas prácticas empresariales. De hecho, yo diría que las organizaciones sin ánimo de lucro son las que más las necesitan.
Entrar: Nonprofit Management, también conocido como OAM 536.
No era una clase que nos enseñara a recaudar dinero. De hecho, aprendimos a dejar de recaudar fondos por completo y a empezar a vender impacto. Piense en ello: ¿Por qué dona la gente a una causa? ¿Es porque no se les ocurre nada mejor que hacer con su calderilla? Por supuesto que no. Siguen comprando algo, pero no un bien o servicio físico como el que vendería una empresa con ánimo de lucro. Es un impacto en la comunidad o en el mundo.
Una de las lecciones clave de esta clase es que, al igual que en el sector lucrativo, es de vital importancia ir más allá de la identificación de resultados para elaborar una estrategia bien definida que permita alcanzarlos, así como un mecanismo para medir el éxito a lo largo del camino. Pero lo más importante es que sepa exactamente cuál es el impacto que está vendiendo, incluido el beneficio preciso para sus donantes que otras organizaciones sin ánimo de lucro no podrían ofrecerles (o el beneficio añadido que usted les proporciona a ellos frente a la ausencia total de asociación). Esto me recuerda mucho a lo que aprendimos en nuestra clase de marketing con el profesor Ryan Hamilton: ¿quién es tu cliente, qué quiere y cómo puedes ofrecérselo mejor que la competencia? Nunca antes me había quedado tan claro lo bien que se trasladan al sector no lucrativo este y otros conceptos básicos del lucro.
Sin ningún orden en particular, he aquí algunos de mis momentos favoritos de la clase:
- ¡Cuántos oradores invitados! Hay mucho que aprender en las aulas, pero para mí no hay nada como oírlo directamente del director de una importante organización sin ánimo de lucro. Nuestros ponentes procedían de organizaciones tan diversas como la Eastlake Foundation, Teach For America o la American Cancer Society. Los ponentes fueron muy interesantes y “reales”, e incluso admitieron errores y lecciones aprendidas para que pudiéramos beneficiarnos de sus conocimientos y participar en debates francos sobre los retos reales a los que se enfrentan estas organizaciones.
- Esta clase nos deparó muchas sorpresas. ¿Sabía que no se trata sólo de una división binaria (con y sin ánimo de lucro) entre estos sectores? Existe un espectro que incluye la responsabilidad social corporativa, la empresa social y los negocios con fines sociales. ¿Qué le parece el hecho de que la designación 501(c)3 sea sólo uno de los 25 tipos diferentes? ¿O que los empleos sin ánimo de lucro representan el 10% de la mano de obra estadounidense?
- La mayoría de nuestros profesores sienten pasión por lo que enseñan, pero no tanto como Brian Goebel y Randy Martin en este curso. Aportaron a cada clase una energía y un entusiasmo contagiosos por el tema.
- Me sorprendió gratamente la variedad de temas, que iban desde la gobernanza a la medición, pasando por la historia y la innovación. He trabajado en el mundo académico -un tipo muy específico de organización sin ánimo de lucro- durante 10 años y me sorprendió la visión tan estrecha, sesgada e inexacta que tenía.
- El curso se impartía conjuntamente con la Facultad de Salud Pública Rollins y la Facultad de Teología Candler, por lo que tuve la humilde oportunidad de aprender de personas muy diversas y de mentalidades diferentes. Esto aportó una capa de enriquecimiento a la experiencia de aprendizaje que no he tenido en otras clases.
Supongo que no es ninguna sorpresa que mi valoración general del campo sea alta. Sin embargo, espero que quien lea esto no se centre en eso, sino que se dé cuenta de que este tema es mucho más profundo de lo que parece. Espero que cualquier persona interesada en el liderazgo en el sector social (ya sea como miembro de un consejo de administración de una organización sin ánimo de lucro o como profesional del sector) se beneficie enormemente de esta clase.
Agradecimientos: Gracias a mis compañeras de estudios, Kara Mathewson (18MPH) y Lisa Sthreshley (19EvMBA), y a nuestros profesores, Brian Goebel y Randy Martin, por sus aportaciones.